Cuesta
Vivir en un pueblo con cuestas puede convertirse en una maldición. Lo saben los que han tenido que recorrerlas a la vieja usanza. Y los que, sin percatarse, han acabado esparciendo su alma por el camino.
Vivir en un pueblo con cuestas puede convertirse en una maldición. Lo saben los que han tenido que recorrerlas a la vieja usanza. Y los que, sin percatarse, han acabado esparciendo su alma por el camino.