Fundido a negro
En 1948, Orson Welles llega a Roma para protagonizar una película. Su carrera no atraviesa un buen momento y todavía no se ha recuperado de su divorcio de Rita Hayworth. Únicamente Lea, una esquiva actriz, parece darle nuevos ánimos. De repente, un actor muere en sus brazos mientras le susurra unas palabras al oído. La policía intenta demostrar que se trata de un suicidio, pero a Orson esta teoría no le convence.