La última cena
En el siglo XVIII la aristocracia cubana se concebía a sí misma como patricia, aureolada por ejercer "un esclavismo benévolo", aparentemente menos cruel que el de otros países cercanos. Un conde se tomó demasiado en serio ese predicado y sustituyó a Cristo para "humillarse ante sus siervos" en una Semana Santa que le acarreó algunos quebraderos de cabeza y puso de estandarte las de los supuestos documentale apóstoles, escogidos entre la dotación de su plantación cañera