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En el sótano
Seidl vuelve a la carga sacando a la luz los bajos fondos austriacos: en este caso, las múltiples y chocantes actividades para las que se usan los sótanos en Austria. Desde un hombre que usa el suyo para cantar ópera y como campo de tiro (según el día), a otro que guarda sus trofeos de caza, una mujer aficionada a los muñecos de bebés aterradoramente reales, nazis que quedan para tocar la tuba y una sadomasoquista que trabaja en Cáritas, entre otros más. Todos tienen sus obsesiones (como las tenía en llamado “monstruo de Amstetten”) y las guardan en sus sótanos.